
Cada persona brilla con la luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales.
Hay gente de fuegos grandes
y fuegos chicos
y fuegos de todos los colores.
Hay gente de fuego sereno,
que ni se entera del viento,
y gente de fuego loco,
que llena el aire de chispas;
algunos fuegos, fuegos bobos,
no alumbran ni queman,
pero otros arden la vida con tantas ganas
que no se puede mirarlos sin parpadear,
y quien se acerca se enciende.
Eduardo Galeano, El libro de los abrazos
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